ANALISIS DE FENOMENO SEMIOTICO

Trabajo de investigación y análisis de la campaña antiaborto lanzada por el
Partido Acción Nacional.
Análisis llevado a cabo bajo la visión de Manuel Martín Serrano, Umberto Eco, Ferdinand de Saussure y Charles Sanders Peirce.

martes, 26 de junio de 2007

LOS AUTORES CITADOS: “LAS GRANDES MENTES”

Umberto Eco: El distinguido crítico literario, semiólogo y estudioso del fenómeno de masas.

Semiólogo y escritor italiano. Se doctoró en Filosofía en la Universidad de Turín, con L. Pareyson. Su tesis versó sobre El problema estético en Santo Tomás (1956), y su interés por la filosofía tomista y la cultura medieval se hace más o menos presente en toda su obra, hasta emerger de manera explícita en su novela El nombre de la rosa (1980). Desde 1971 ejerce su labor docente en la Universidad de Bolonia, donde ostenta la cátedra de Semiótica.

Se pueden definir dos presupuestos clave en la amplia producción del autor: en primer lugar, el convencimiento de que todo concepto filosófico, toda expresión artística y toda manifestación cultural, de cualquier tipo que sean, deben situarse en su ámbito histórico; y en segundo lugar, la necesidad de un método de análisis único, basado en la teoría semiótica, que permita interpretar cualquier fenómeno cultural como un acto de comunicación regido por códigos y, por lo tanto, al margen de cualquier interpretación idealista o metafísica.

Teniendo en cuenta este planteamiento, se puede comprender el porqué de la variedad de los aspectos analizados por Umberto Eco, que abarcan desde la producción artística de vanguardia, como en Obra abierta (1962), hasta la cultura de masas, como en Apocalípticos e integrados (1964) o en El superhombre de masas (1976).

A la sistematización de la teoría semiótica dedicó, sobre todo, el Tratado de semiótica general (1975), publicado casi al mismo tiempo en Estados Unidos con el título de A Theory of Semiotics, obra en la que el autor elabora una teoría de los códigos y una tipología de los modos de producción sígnica.

Durante los años del auge del estructuralismo, Eco escribió, enfrentándose a una concepción ontológica de la estructura de los fenómenos naturales y culturales, La estructura ausente (1968), que alcanza su óptima continuación en Lector in fabula (1979). En esta última obra, efectivamente, se afirma que la comprensión y el análisis de un texto dependen de la cooperación interpretativa entre el autor y el lector, y no de la preparación y de la determinación de unas estructuras subyacentes, fijadas de una vez por todas.

Algunos conceptos básicos del Tratado, en cambio, fueron estudiados nuevamente, discutidos y, en ocasiones, modificados por el propio autor en una serie de artículos escritos para la Enciclopedia Einaudi y recogidos después en Semiótica y filosofía del lenguaje (1984). El concepto de signo, especialmente, abandonando el modelo propio "de diccionario" por un modelo "de enciclopedia", ya no aparece como el resultado de una equivalencia fija, establecida por el código, entre expresión y contenido, sino fruto de la inferencia, es decir, de la dinámica de las semiosis.


Ferdinand de Saussure: El filólogo visionario

Filólogo suizo nacido en Ginebra el 26 de noviembre de 1857, murió el 22 de febrero de 1913 es considerado el fundador de la semiólogia.

Estudió sánscrito en Leipzig, Alemania, donde tuvo como influencia a los neogramáticos, que buscaban renovar los métodos de la gramática comparada. Luego se dedicó al estudio de la lengua indoeuropea y publicó a los 21 años Memoria sobre el sistema primitivo de vocales en las lenguas indoeuropeas con tal rigor y método (gramática comparada) que hoy sigue vigente. Al año siguiente pública su tesis doctoral titulada Sobre el empleo del genitivo absoluto en sánscrito, trabajo que le da los méritos para ser nombrado profesor de gramática comparada de la Escuela de altos estudios de París.

Después de trabajar como profesor en una escuela superior en la ciudad de París durante diez años es nombrado profesor de gramática comparada en la Universidad de Ginebra preocupado por los problemas del lenguaje. Fruto de todo ello es la publicación en 1915 del Curso de Lingüística General, un hito en la historia de la lingüística recopilado póstumamente por sus alumnos Charles Bally y Albert Sechehaye basado en las notas de su cátedra, correspondientes a los cursos impartidos los últimos 3 años antes de su muerte.

Aunque la repercusión de esta obra no fue inmediata, en los años siguientes su aporte fue trascendente para el desarrollo de esta ciencia durante el pasado siglo. Asimismo esta obra fue la inspiración del movimiento intelectual que comenzó con la obra de Levi-Strauss, Tristes Trópicos, denominado estructuralismo.

Su labor investigadora le ha llevado a la conclusión de que los fundamentos de la lingüística como ciencia son todavía muy inciertos. Durante tres cursos impartidos en la Universidad de Ginebra entre 1906 y 1911, Saussure somete a la lingüística a una revisión teórica que vería la luz tres años después de su muerte en forma de libro con el título de Curso de lingüística general (1916), compilación y ordenación de apuntes de clase elaborada por algunos de sus alumnos.

La lengua es fundamentalmente un instrumento de comunicación. Existe una arbitrariedad lingüística fundamental que proviene del hecho de que el pensamiento, considerado antes de la lengua, es como una masa amorfa, como una nebulosa, que se presta a todos los análisis posibles, sin privilegiar ninguno; por consiguiente, las formas de organización de las lenguas en cada momento de su existencia no tienen que ver con ninguna función preexistente a la que es la única que tienen: la de comunicar.

El lenguaje, en cualquier momento de su existencia, debe presentarse como una organización, como un sistema (lo que más tarde se denominaría estructura): los elementos lingüísticos no tienen ninguna realidad independientemente de su relación con el todo.

El elemento lingüístico es el signo, es decir, la asociación de una imagen acústica (significante) y de un concepto (significado); en tanto que valor, su poder de cambio consiste en que sirve para designar una realidad lingüística que le es extraña (y que no es su significado, sino que este sirve para llegar a ella) y su poder significativo está condicionado por las relaciones que lo unen a otros signos de la lengua, de manera que no es posible aprehenderlo sin reubicarlo en una red de relaciones intralingüísticas.

La compleja lógica de Charles Sanders Peirce

Charles Sanders Peirce nació en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos de América el 10 de septiembre de 1839 y muerto el 19 de abril de 1914, fue un filósofo, lógico y científico estadounidense. Está considerado el fundador del pragmatismo y padre de la semiótica moderna.

Hijo de Sarah y Benjamin Peirce, profesor de astronomía y matemáticas en Harvard, aunque se graduó en química en la Universidad de Harvard, nunca logró tener una posición académica permanente a causa de su difícil personalidad (tal vez maniaco-depresiva), y del escándalo que rodeó a su segundo matrimonio después de divorciarse de su primera mujer, Melusina Fay. Desarrolló su carrera profesional como científico en la United States Coast Survey (1859-1891), trabajando especialmente en astronomía, en geodesia y en medidas pendulares. Desde 1879 hasta 1884 fue profesor de lógica a tiempo parcial en la Universidad Johns Hopkins. Tras retirarse en 1888, se estableció con su segunda mujer, Juliette Froissy, en Milford, donde murió de cáncer después de 26 años de escritura intensa y prolífica. No tuvo hijos.

Hijo de Sarah y Benjamin Peirce, profesor de astronomía y matemáticas en Harvard, aunque se graduó en química en la Universidad de Harvard, nunca logró tener una posición académica permanente a causa de su difícil personalidad (tal vez maniaco-depresiva), y del escándalo que rodeó a su segundo matrimonio después de divorciarse de su primera mujer, Melusina Fay. Desarrolló su carrera profesional como científico en la United States Coast Survey (1859-1891), trabajando especialmente en astronomía, en geodesia y en medidas pendulares. Desde 1879 hasta 1884 fue profesor de lógica a tiempo parcial en la Universidad Johns Hopkins. Tras retirarse en 1888, se estableció con su segunda mujer, Juliette Froissy, en Milford, donde murió de cáncer después de 26 años de escritura intensa y prolífica. No tuvo hijos.

Peirce es también considerado como el padre de la semiótica moderna: la ciencia de los signos. Más aún, su trabajo fue relevante para muchas áreas del conocimiento, tales como astronomía, metrología, geodesia, matemáticas, lógica, filosofía, teoría e historia de la ciencia, semiótica, lingüística, econometría y psicología. Cada vez más, ha llegado a ser objeto de abundantes elogios. Popper lo ve como “uno de los filósofos más grandes de todos los tiempos”. Por lo tanto, no es sorprendente que su trabajo y sus ideas acerca de muchas cuestiones hayan sido objeto de renovado interés, no sólo por sus inteligentes anticipaciones a los desarrollos científicos, sino sobre todo porque muestra efectivamente cómo volver a asumir la responsabilidad filosófica de la que abdicó gran parte de la filosofía del siglo XX.

Las nociones clave son las de objeto e interpretante. El primero corresponde a un referente ambiental o social, cosa o hecho que se da en el mundo y que puede ser percibida por un organismo, animal o humano, o puede ser pensada por él. El segundo constituye una contribución fundamental de Peirce, y está ligado a la máxima pragmática.

En la práctica, y particularmente en la semiótica de la comunicación, el interpretante puede verse como el efecto o consecuencia del signo, es decir, de la acción o emisión comunicativa, lo que equivale a centrarlo en un cambio o respuesta mental que, para el observador humano, se manifestará como cambio o respuesta conductual. Así, en la esgrima el interpretante de una estocada a fondo sería la parada del contrincante.

El triángulo semiótico arriba mencionado se descompone en dos vertientes de significado: en el componente semántico-referencial (cuando el representamen remite a su objeto) y en el componente pragmático-funcional (cuando el representamen remite al interpretante).

Si este triángulo se proyecta sobre una secuencia de interacciones entre dos individuos (como un diálogo), se transformará en una tríada lineal en la que los elementos del signo se suceden en el tiempo (objeto - representamen - interpretante) y donde, por consiguiente, el objeto se puede tomar como un contexto antecedente del representamen, mientras que el interpretante nos puede servir como contexto consecuente del mismo. En resumen, la superposición de estas tríadas a una cadena de interacciones nos dará las claves del significado, a partir de sus antecedentes (significado referencial) y de sus consecuentes (significado funcional). En este sentido, el esquema peirceano puede verse como núcleo bien de una semiótica, bien de una lógica de la acción concebible o efectiva.

Para Peirce, la extensión del signo es ilimitada (un libro entero es para él un signo). Es fundamental, además, su idea de que un signo puede ser empleado para mentir, lo que implica que no debe ser explicado necesariamente por medio de una referencia a la cosa, al objeto a que corresponde. Para explicarlo, habrá que recurrir entonces a otro signo, a otro interpretante que, a su vez, se convierte en un signo que pide otro interpretante, y así sucesivamente.

La relación de todo signo con otro signo cualquiera constituye para Peirce el proceso de semiosis ilimitada.

La diferencia entre estas tres variedades de signos es solo una diferencia de lugar dentro de una jerarquía muy relativa. Es una división que no se basa en la presencia o ausencia absolutas de similitud o contigüidad entre el significante y significado, ni en el hecho de que la conexión habitual entre estos constituyentes pertenezcan al orden de lo real o al orden de lo establecido; se debe simplemente al predominio de uno de esos factores sobre los demás.

Manuel Martín Serrano y su modelo dialéctico para el estudio de los sistemas
de comunicación.


Manuel Martín Serrano es un Catedrático de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, discípulo de Abraham Moles.

A Martín Serrano le gusta explorar teóricamente con el método de la fenomenología; hacerse preguntas aparentemente obvias: ¿Existen las ciencias de comunicación como saberes específicos diferenciados epistemológicamente de los saberes que aportan las otras ciencias? , ¿Existe justificación teórica y necesidad práctica para que los estudios de la comunicación sean un saber independiente? Si esto fuera así, ¿Dónde se ubican las ciencias de la comunicación, entre las lógicas, entre las ciencias naturales, culturales, sociales o están fuera? Para Manuel Martín Serrano hoy se tienen respuestas parciales a estas preguntas.

Martín Serrano tiene un concepto de comunicación y de los fenómenos comunicativos que no proviene básicamente de la sociología o ciencia política, sino de la etología y las ciencias de la conducta. Para él la teoría de la comunicación se ocupa de los actores que participan en una relación comunicativa, de las materias que el actor (Ego) modifica de forma temporal o permanente; del trabajo expresivo a través del cual un actor hace relevante para el otro alguna materia; de las señales, del espacio que deben salvar estas señales, de los sistemas de acoplamiento, de las representaciones entre emisor-receptor (ego-alter). No existe la posibilidad de comunicar si el trabajo expresivo de ego y el trabajo perceptivo de alter, no están guiados por las representaciones. Para ego, la representación le permite relacionar la producción de determinadas expresiones con la introducción de determinados datos referidos a un objeto de referencia; para alter la representación le permite relacionar la asimilación de determinados preceptos con la invocación de un repertorio de datos que concierne a un objeto de referencia. Toda comunicación aporta datos de referencia para que en la interacción se susciten representaciones generales (accionales, cognitivas, intencionales); esas representaciones, para que sean eficaces a la hora de identificar los objetos de referencia, de pautar la interacción entre los agentes, tienen que ser completa.



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